1. Partos instrumentales -con fórceps-, el tamaño y peso fetal, los trabajos de parto prolongados y los desgarros vaginales derivados del parto.
2. Debilitamiento de los tejidos de la vagina después de la menopausia, producto de la disminución de estrógenos.
3. Aumento de la presión intraabdominal debido a tos crónica (a menudo relacionada con el tabaco o enfermedades bronquiales), obesidad, ejercicio desmedido (levantar peso) y constipación crónica.
4. Debilitamiento hereditario de los tejidos.

Los síntomas de los problemas de soporte pélvico dependen de qué órgano está comprometido. Pueden resultar afectados la uretra, vejiga, intestino delgado, recto, útero y vagina, en forma individual o asociados. Las molestias que provocan pueden ir desde una incomodidad menor a problemas mayores en el funcionamiento de estos órganos.

1. Sensación de peso o plenitud pelviana o de que "algo se fuera a cae por la vagina".
2. Sensación de dolor o tirón en el abdomen bajo, ingle y espalda baja.
3. Salida o palpación de un bulto por la vagina.
4. Pérdida de orina o problemas de tránsito intestinal, ya sea constipación o incontinencia de gases y/o fecal.

Un apropiado diagnóstico es la clave para el tratamiento del prolapso genital y sus complicaciones. Además de la adecuada historia de síntomas y antecedentes, se requiere de un examen físico recostada y de pie, de algunos estudios de laboratorio y de técnicas de imágenes para observar los órganos y, eventualmente, de pruebas dinámicas para evaluar la función.

1. Modificación de hábitos y dieta.
2. Kinesioterapia.
3. Uso de dispositivos ortopédicos (pesarios).
4. Tratamiento hormonal local.
5. Corrección quirúrgica, la cual puede ser llevada a cabo por vía vaginal o abdominal

El resultado de los tratamientos se evalúa por el alivio de la sintomatología y mejoría de la calidad de vida.