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La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) se preocupa de atender a las personas cuyo estado clínico ha alcanzado un nivel de gravedad tal que representa una amenaza inminente o potencial para su vida.
Los beneficios del cuidado intensivo deberían ser reservados para aquellos enfermos que poseen condiciones médicas reversibles y con una “perspectiva razonable de recuperación”.
La UCI de Clínica Alemana atiende a pacientes médicos y quirúrgicos, mayores de 15 años. Para ello cuenta con modernos equipos de monitoreo, diagnóstico y tratamiento que permiten evaluar un gran número de variables clínicas, detectar alteraciones de los diferentes órganos comprometidos e infundir medicamentos especiales en dosis que deben ser estrictamente controladas.
El manejo seguro de drogas y equipos -monitores multipropósito, ventiladores mecánicos, máquinas de diálisis, entre otros- requiere de un alto grado de dedicación, concentración y entrenamiento por parte de todo el personal a cargo. Además, es importante coordinar el apoyo de otros especialistas procurando un manejo sistematizado orientado por prioridades.
Existe una relación directa entre los recursos hospitalarios y la complejidad de estas unidades. Esto quiere decir que mientras más avanzados los procedimientos médico-quirúrgicos realizados (en cirugía cardiaca, neurocirugía, trasplantes, quimioterapia, etc.) más complejo será el estado de los pacientes que ingresen a la UCI.
Características del médico intensivista
El médico intensivista, más conocido como “uciólogo”, debe ser capaz de resolver de manera integral los problemas de los pacientes críticos que provienen de todas las especialidades médicas (Medicina, Cirugía, Urgencias, Ginecología, etc.) En este ambiente las decisiones rápidas y oportunas pueden cambiar el pronóstico del paciente.
Para cumplir con estas exigencias, el intensivista se encuentra entrenado en reanimación vital básica y avanzada, también para efectuar el diagnóstico de situaciones médicas con riesgo vital y para detectar oportunamente las complicaciones que aquejan a este tipo de enfermos. Además, este proceso de diagnóstico y tratamiento debe ser realizado continuamente durante la permanencia de los pacientes en la unidad, debido a lo dinámicas que son la mayoría de las enfermedades críticas.
Reseña histórica
Las unidades de cuidados intensivos nacen conceptualmente alrededor de 1950-60. Originalmente estuvieron dirigidas al manejo de pacientes con insuficiencia respiratoria producto de las epidemias de poliomielitis que afectaron a extensas zonas de Europa y América del Norte.
Con el pasar de los años, el avance vertiginoso de la ciencia médica asociado al desarrollo tecnológico genera un número creciente de pacientes críticos que antiguamente no sobrevivían. Estos cambios obligaron a crear un área común con el fin de optimizar su vigilancia y tratamiento.
A principios de los 70 se crean las primeras UCIs de carácter polivalente con capacidad de incorporar otras patologías médicas y quirúrgicas que puedan presentar riesgo vital inminente. Así se inicia la formación de unidades especializadas donde se agrupan recursos humanos y tecnológicos para enfrentar de mejor forma su manejo global.
Este proceso se desarrolla en centros hospitalarios que cuentan con la mayor parte de las especialidades médicas, pabellones quirúrgicos altamente equipados, servicios de apoyo diagnóstico y laboratorios disponibles las 24 horas.
Procedimientos
Ventilación Mecánica
Cuando el pulmón se altera gravemente y/o la musculatura respiratoria debe ejercer un trabajo que excede su capacidad, es necesario reemplazar sus funciones total o parcialmente.
Los métodos más utilizados para este fin son la ventilación mecánica invasiva (VMI) y la ventilación mecánica no invasiva (VMNI).
La ventilación mecánica invasiva requiere la colocación de un tubo en la tráquea y se utiliza en pacientes con alteraciones graves del intercambio de gases, que se encuentran en shock o aquellos que pierden el control de la vía aérea (incapacidad de deglutir y toser adecuadamente), como ocurre por ejemplo durante los trastornos de conciencia.
La ventilación mecánica no invasiva se administra a través de una máscara facial, por lo tanto, no requiere intubación. Su rendimiento es óptimo cuando el trastorno del intercambio de gases es menos grave y el paciente colabora. Aunque puede ser utilizado en todas las edades, este método es de gran utilidad en personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma y tabaquismo. También se utiliza en pacientes mayores que tienen deterioro importante a nivel orgánico, situación en la que los médicos tratantes junto con la familia acuerdan un manejo proporcional a las condiciones del enfermo.
Con la ventilación mecánica invasiva es recomendable utilizar medicamentos para mejorar la tolerancia al tratamiento. Uno o dos días previos al retiro del tubo traqueal la sedación se retira progresivamente para que el paciente sea capaz de asumir la ventilación espontánea, tosa y controle la deglución.
Monitoreo Hemodinámica
Algunas personas que ingresan a la UCI presentan inestabilidad hemodinámica. Para realizar un diagnóstico preciso de su estado, se realiza un monitoreo hemodinámico, que consiste en introducir catéteres con el fin de diagnosticar el tipo de trastorno circulatorio, tomar exámenes de sangre (gases en sangre) y medir parámetros cardiovasculares para optimizar su tratamiento.
Este procedimiento se realiza de forma continua mientras las condiciones del paciente lo ameriten. Durante este periodo se requiere el uso de cantidades importantes de fluidos intravenosos y medicamentos para restablecer la presión arterial.
Esto se debe efectuar en el menor tiempo posible y es una meta importante durante el proceso de reanimación de los pacientes críticos.
La gran mayoría evoluciona con un proceso inflamatorio difuso que facilita el paso de líquido desde los vasos sanguíneos hacia los tejidos circundantes. Esto se manifestará con edema (hinchazón) generalizado, el cual permanecerá mientras persista la inflamación y puede ser más prolongado cuando se asocia con disfunción renal.
Métodos de Soporte Extracorpóreo de la Función Renal
Los pacientes que ingresan a la UCI pueden desarrollar falla renal aguda. Esto ocurre habitualmente como resultado del impacto orgánico que sufre el paciente producto de la enfermedad que lo descompensó.
Para ello se dispone de diversos procedimientos, como la hemodiálisis (riñón artificial), capaces de suplantar transitoriamente la función renal. Una vez que se resuelve el factor desencadenante, un número importante de enfermos recupera completamente esta función. No obstante, un pequeño grupo puede llegar a requerir diálisis después del alta hospitalaria.
Este riesgo es más alto en pacientes que tenían disfunción renal antes de ingresar a la UCI.
Para administrar hemodiálisis es necesario instalar un catéter venoso para extraer y reinfundir la sangre depurada, proceso que es monitorizado por una enfermera, mientras el médico intensivista o nefrólogo planifica y supervisa el procedimiento.
Monitoreo Cerebral
Muchas veces es necesario monitorizar la presión del encéfalo en pacientes con lesiones cerebrales. Para ello se utiliza un instrumento que se denomina captor de la presión intracerebral con el fin de guiar su tratamiento.
El cerebro se encuentra alojado en una bóveda ósea, por lo tanto, cualquier proceso que ocupe espacio y lo desplace (tumor, hematoma, edema cerebral, etc.) puede tener serias repercusiones y comprometer su vitalidad. Además, el tejido cerebral es altamente sensible a los cambios de presión y contenido de oxígeno arterial, hecho que se acentúa frente a cualquier daño.
Las enfermedades más frecuentes que pueden afectar a este órgano son traumatismo encéfalo craneano (TEC), enfermedad cerebrovascular, convulsiones y tumores. Todas ellas en diverso grado y localización pueden provocar edema cerebral (hinchazón del cerebro) y comprimirlo contra la caja craneal.
En el caso del TEC el edema es difuso, mientras que en tumores o hemorragias dentro del tejido cerebral el edema se desarrolla inicialmente alrededor de las lesiones. En estas condiciones la presión intracerebral puede aumentar hasta comprometer el riego sanguíneo cerebral y, por lo tanto, la oxigenación.
Se han incorporado en estos instrumentos parámetros más finos de monitoreo, como por ejemplo, la temperatura y la cantidad de oxígeno en el tejido cerebral que circunda al captor.