¿Qué es el déficit atencional?

Se trata de una condición neurobiológica que se inicia en la infancia y que se caracteriza por presentar tres tipos de síntomas: falta de atención, hiperactividad e impulsividad. Puede ser de tres tipos: predominio atencional, predominio hiperactividad/impulsividad o mixto.
La psicóloga de Clínica Alemana de Valdivia Alejandra Fritis explica que en algunos niños estos síntomas disminuyen a medida que crecen y se acercan a la adolescencia, pero de igual forma persisten en algún grado hasta la adultez.
La especialista sostiene que cuando el déficit atencional se presenta sin hiperactividad, los niños se distraen con facilidad, tienen dificultades para concentrarse en sus actividades escolares y también en los juegos. Por ejemplo, puede ser que no terminen lo que empiezan y que, frecuentemente, se les pierda algo en el colegio.
En cambio, los niños que sufren este trastorno y son hiperactivos se caracterizan por ser muy inquietos, van de un lugar a otro, abren cajones y puertas, y se suben a sitios peligrosos, entre otros ejemplos. Además, se enojan con facilidad, pueden ser más impulsivos y se frustran con rapidez cuando algo no les resulta, incluso pueden tener drásticos cambios de estado de ánimo.
Para Alejandra Fritis, las causas son diversas, como inmadurez neurológica, desequilibrios químicos en el sistema nervioso central, asfixia en el alumbramiento, partos prematuros o por causas genéticas y hereditarias. También pueden influir factores ambientales, como una dinámica familiar alterada.
Generalmente, el diagnóstico se inicia con el neurólogo infantil, quien puede trabajar en conjunto con psicólogos o psicopedagogos. Los ejes centrales del tratamiento son la psicoeducación de la familia (características del cuadro y su tratamiento); la terapia farmacológica y el apoyo del colegio con adaptaciones en la sala y en la malla curricular.
En preescolares con déficit atencional, se comienza solo con terapia psicopedagógica para mejorar sus habilidades de atención. Sin embargo, en niños más grandes esto tiene menos efectividad, por lo que se complementa con fármacos, psicoeducación y otras técnicas terapéuticas. Lo importante es que los padres sepan que el medicamento no tiene efectos colaterales significativos, se ha usado por muchos años y, cuando está bien indicado con un diagnóstico correcto, no produce dependencia.
“El déficit atencional mal manejado puede provocar una baja autoestima e inseguridad en los niños. Por eso es tan importante el tratamiento. Por ejemplo, la terapia psicológica se orienta, principalmente, a ayudarlos a controlar sus impulsos entregándoles herramientas para el manejo de distintas situaciones. También se les enseña estrategias de estudio eficiente y psicoeducación a los papás, entre otras intervenciones. En este proceso se busca que el niño conozca y aprecie sus aspectos positivos y habilidades”, concluye la especialista.